EN EL TINTERO: Artes Marciales para todos. Escuela Panteras








Esperamos amigos que estén pasando un estupendo fin de semana, lleno de descanso, reflexión y tiempo de calidad con sus seres queridos. Nosotros seguimos compartiendo con ustedes como cada semana temas nuevos e interesantes, que quizás puedan motivarlos a descubrir actividades, pasatiempos talentos ocultos para desarrollarse como seres humanos.


Las Artes Marciales son un balance hermoso y poético entre fuerza, disciplina y paz mental, busca fomentar valores y actitudes frente a al vida más que solo destrezas y técnica. Como una flor en movimiento, precisión, simpleza, y fuerza que se irradia desde el corazón hasta cada aspecto de la vida de quienes la practican.  Hoy conoceremos el trabajo que realiza con niños, jóvenes y mujeres la Escuela Panteras y a través de las imágenes conoceremos su propuesta,
















LAS ARTES MARCIALES Y LA AUTOESTIMA

 

Lo principal antes de explicar qué relación tienen las Artes Marciales con la autoestima de los humanos, es tener en cuenta que uno puede practicar un Arte Marcial, o puede vivirlo. Si eres de los que lo practican, es más que probable que para ti sean un deporte. En este caso, te ayudarán o perjudicarán igual que lo harán el fútbol, el básquet, el balonmano o el patinaje artístico, si también los consideras deportes. Por otro lado, existimos los que vivimos las Artes Marciales, que somos aquellos que las consideramos un estilo de vida (algo mucho más profundo que un deporte). Basándonos en este segundo grupo de individuos, cabe decir que las Artes Marciales, en todo caso benefician al artista marcial.
 
Por un lado, vivir las Artes Marciales significa verte inmerso en un mundo de filosofía donde el respeto, la humildad, el honor, el coraje y la voluntad priman ante la competición, la prepotencia, el alarde y la intolerancia. Es obvio que una de las finalidades de tu práctica es saberte defender, pero su consecuencia final es mucho más amplia.
 
A base de mucho entreno y más lectura, uno aprende a sentirse parte de un grupo (y si es como el mío ya tienes todo lo que necesitas, os quiero, chicos). El ser humano necesita sentirse parte de algo, es vital para un ser tan social como nosotros el formar parte de una colectividad con intereses semejantes a los nuestros. Esto te demuestra que tienes un lugar en este mundo y que has nacido para algo. A partir de aquí, todo en tu interior mejora entreno tras entreno, encuentro tras encuentro. Poco a poco vas descubriendo en ti sensaciones que desconocías y se van instalando en tu interior valores que no habías aprendido fuera del dojo. El vivir un Arte Marcial puede pasarte de intolerante a tolerante, de cobarde a valiente, de triste a alegre, de irresponsable a responsable, de inconstante a perseverante, de irrespetuoso a respetuoso…
 
A medida que pasan los entrenamientos, sientes como cambias por dentro y por fuera. Solo debes aprender a escucharte. Te socializas dentro de un grupo, como ya hemos comentado. Sientes que vales para algo, que realmente sirves, lo hagas mejor o peor, pero lo haces con ilusión, empeño y ansias de mejorar. Aprendes a relacionarte con el sexo opuesto (sobre todo si eres chica, porqué la mayoría de compañeros son hombres, habitualmente). Aumenta tu autoestima y tu autoconfianza. Te enorgulleces de tus logros y no desfalleces ante la adversidad. Aprendes el valor del compañerismo, de la ayuda y de la crítica constructiva. Aprendes a no envidiar, a no competir y a admirar al otro. Valoras al prójimo y lo tratas mejor de lo que lo habrías tratado anteriormente. Creces como persona a la vez que creces como artista marcial.
 
Puede parecer una paradoja que vivir las Artes Marciales te enseñe a vivir en paz y armonía con quienes te rodean, mientras en el dojo practicas técnicas de golpe, agarre, luxación, proyección… pero así es. Tú te vas sintiendo cada día más preparado para afrontar un conflicto fuera del tatami pero siempre con las ideas de “pelear sin pelear”, “combatir sin herir”, y si es necesario intervenir, “luchar para ganar”. Ideas que he tenido la suerte de aprender de compañeros
 
 
 
 






 
 
 
 
 
Un artista marcial íntegro y puro nunca provocará una pelea, nunca reaccionará de forma desproporcionada y aún menos alardeará de sus conocimientos para la defensa o el ataque. Simplemente porque no lo necesita. Se siente bien consigo mismo y con su alrededor y se siente preparado para evitar confrontaciones. Eso significa que ha adquirido el grado suficiente de capacidad para auto protegerse y para evitar el peligro. A su vez, un buen Sensei (como el mío y como el resto de compañeros, entre otros) nunca te enseñará lo contrario, sino que fomentará en ti la actitud de respeto hacia todo y hacia todos. Un buen Sensei se enorgullecerá de otorgar Kyus y Danes a sus alumnos y lo hará teniendo en cuenta no solo la técnica, la fluidez, la rapidez y la fuerza de su alumno, sino dando la misma importancia al interior del mismo, que a esos aspectos que recién mencionamos. Que un alumno tenga una técnica buenísima, sea rápido y fuerte y ejercite las técnicas con fluidez, quedará totalmente tachado si no es un artista marcial con valores sociales y de compañerismo. No hay que proteger solo el cuerpo, sino también la mente y el espíritu.
 
Un  relato a continuación una historia que refleja a la perfección, bajo mi punto de vista, la actitud que alguien que vive las Artes Marciales debe tomar frente a estas e incluso frente a la vida en general. Espero que la disfruten  tanto como yo.
 
 
 








 
 



“Un joven muchacho viajó a través de Japón hacia la Escuela de un famoso artista marcial. Cuando llegó al Dojo le fue dada una audiencia por el sensei.
- ¿Qué esperas de mí? - preguntó el maestro.
- Espero ser su estudiante y convertirme en el mejor karateca de la isla. - el joven replicó.
- ¿Cuánto tiempo debo estudiar para conseguirlo? - dijo el joven.
- Diez años, como mínimo. - el maestro contestó.
- ¡Diez años es mucho tiempo! - dijo el muchacho.
- ¿Qué hay si estudio el doble de duro que el resto de los otros alumnos? - añadió.
- Veinte años entonces - replicó el maestro.
- ¡Veinte años! ¿Qué hay si practico día y noche con todo mi esfuerzo?
- Treinta años. - fue la respuesta del maestro.
- ¿Cómo es que cada vez que digo que trabajaré aún más duro, usted me dice que me llevará aún más tiempo? - el joven pregunto.
- La respuesta es clara, hijo. Cuando un ojo apunta a un objetivo, solo queda un ojo libre con el cual hallar el camino para conseguirlo.”



















LAS ARTES MARCIALES PUEDEN AYUDAR A MEJORAR LA CONCENTRACIÓN DE UN NIÑO.

Muchas veces un niño llega presentado por sus papás ante un profesor de artes marciales o deportes de contacto, a un dojo o gimnasio, con motivo de diversos problemas que pueda estar teniendo: falta de concentración, exceso de impulsividad, baja autoestima, problemas para socializar con los compañeros en el colegio o bien que es víctima de bullying o demasiado tímido. O a veces sencillamente porque quieren que el niño se ponga en forma y tenga una actividad que le impida estar flojeando o jugando en el computador.

Para todos estos problemas la práctica de artes marciales puede presentar una solución muy idónea, y que yo recomiendo absolutamente, habiendo visto los resultados positivos que tiene y los cambios que pueden verse desde fases muy tempranas del entrenamiento en la personalidad de un niño.

El entrenamiento de artes marciales crea guerreros de cuerpo y mente, y comenzar en edades tempranas le proporcionará al niño una serie de herramientas que le servirán de adulto para templar su carácter, sentirse más seguro y ser más controlado.

Los siguientes son los beneficios para la mente y espíritu de un niño:

Autoestima: Este tema hay que abordarlo desde dos puntos de vista. En primer lugar está la imagen que el niño tiene de sí mismo, y segundo cómo lo ven sus pares. Respecto de su autoimagen, el hecho de estar proponiéndose metas nuevas, ver que es capaz de cumplirlas y después ir teniendo logros cada vez mayores es algo que a cualquiera da una inyección de energía y seguridad en sí mismo.  Más aún en un niño, que está definiéndose como persona, ya que los resultados beneficiosos de esto perdurarán para toda su vida.

Luego, está el cómo ven sus amigos y compañeros al niño que entrena, y este es un tema muy delicado y sensible a veces con los niños que tienen dificultades para socializar. Primero, todo lo mencionado sobre la autoimagen que tiene el niño ayuda muchísimo, ya que esto es captado por quienes lo rodean, y al verlo más seguro de sí mismo y más dispuesto a defenderse naturalmente los demás van a estar más reticentes a molestarlo. También está el factor físico, en que un niño flaquito se pone más musculoso o un niño más rellenito baja su porcentaje de grasa. Es bastante común que los niños en edad escolar sean muy crueles y discriminadores con sus pares que sean en cualquier modo distintos y los cambios físicos son un apoyo para el cambio sicológico. Por último y aunque suene muy básico, el sólo hecho de estar practicando un deporte considerado como algo “rudo” inspirará necesariamente más respeto.

 

El respeto es uno de los valores que se inculca en las artes marciales.

Disciplina y respeto: Las artes marciales tienen este nombre precisamente por ser relacionadas con la guerra y lo militar. Siendo así, el método de enseñanza debe tener un componente de disciplina y de transmitir ciertos valores. Idealmente las artes marciales deben ser enseñadas por alguien que sepa mucho del tema, lleve un tiempo considerable entrenando, tenga capacidades pedagógicas y se gane la confianza del niño. Acá el profesor se convierte en un maestro, que no sólo enseña la parte deportiva, sino que puede ser un modelo a seguir y un guía en todo ámbito de la vida del niño.

Concentración y perseverancia: El hacer lo suficientemente depurado, por ejemplo, un golpe; o ejecutar con la perfección requerida un movimiento puede ser una tarea muy exigente y que requiere repetir muchas veces un ejercicio –como hizo miles de veces el niño de Karate Kid: “Encerar, pulir”- y hacerlo con mucha concentración. Para conseguir resultados a mediano y largo plazo, ya sean éstos ponerse en forma y mejorar la técnica, o más aún, cuando se quiere llegar a niveles competitivos para combatir, se requiere una perseverancia tremenda, aunque se tenga condiciones y un talento natural. Todo esto se puede extrapolar a todas las demás áreas en que el niño se desempeña, enseñándole a enfrentar la vida de un modo distinto, y creyendo más en sus propias capacidades para lograr sus objetivos.

 
 





 



Una muestra del trabajo de estos chicos, en video:







Y un saludo a nuestra audiencia de parte del sensei Renato Pérez y sus alumnos:









Si ustedes desean más información sobre las artes marciales, como pueden participar e involucrarse unto a sus niños, no duden en contactar al sensei Renato Pérez al número 4308 7998


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