Saludos amigos y amigas, gracias por su enorme interés en el arte guatemalteco y por permitirnos llegar a sus hogares los viernes desde la cabina de la Radio Universidad y los fines de semana por este blog, para estar siempre en contacto y llevando a sus oídos y pantallas una experiencia nueva y hermosa . en esta ocasión tenemos nuestra visita a la Galería 9.99 ubicada en 5ta avenida, 11-16 edificio Passarelli segundo nivel; zona uno de Ciudad de Guatemala.
En esta ocasión conocimos las obras de dos artistas : Tepeu Choc e Isabel Ruiz y les invitamos cordialmente a que conozcan su trabajo:
TEPEU CHOC: Secciones &
Fragmentos
Las líneas de tepeu choc se comportan, actúan, son el horizonte de un
nuevo paisaje o su esqueleto, al tiempo que son tránsitos del punto A al punto
B y le sirven para dejar evidenciado ese movimiento. Para Kandinsky, la línea a
veces funcionaba de una manera similar, “un juego de rayas y líneas verticales
y horizontales, que por el movimiento mismo, tienden a diversas direcciones”.
Pero sería muy limitado hablar de la obra de tepeu choc solamente desde el
estudio de la línea y el color, aunque sean estos elementos importantes. Hay
mucho más allá de la forma; y cada pieza nos habla también de un proceso que
generalmente parte de una concepción digital a un trabajo análogo, así como de
un cuestionamiento constante al medio mismo. tepeu choc, en esta exposición de
obra reciente, no solo habla de líneas y colores, sino de las formas,
comportamientos, recorridos, procesos, equilibrios y soportes de esas secciones
y fragmentos que también dicen mucho de nosotros y nuestros espacios.
Para el artista todo comienza con la reflexión sobre el soporte mismo.
Por eso cada uno de sus lienzos tiene un tamaño distinto, y en algunas
ocasiones desaparece por completo y plasma la obra directamente sobre la pared.
“Registro No. 3” (2016) es uno de estos casos. La obra es un lienzo azul de
ambos lados, con aberturas que nos recuerdan en primera instancia a trabajos de
Lucio Fontana, pero se distancian de ser solamente un gesto de corte para
convertirse en una estructura corpórea, una escultura pictórica que cae, se arruga,
se dobla y se sostiene como una piel. La obra en su primera concepción es la
plantilla de montaje utilizada para otro de sus trabajos “La importancia del
volumen en la línea” (2015 -2016), una serie de varillas de madera y acero que,
puestas sobre la pared, dejan revelado su soporte y su volumen, generando
sombras y una concepción (otra) del paisaje. Luego, tepeu choc toma esta
plantilla como molde y crea un lienzo nuevo con su misma forma, dejando que lo
previo al proceso final se vuelva el resultado.
Bajo la misma concepción, “Segmentos de línea No. 4” deja que las líneas
se manifiesten solas fuera de un lienzo, que se trasladen, que caigan y
cuestionen si estamos frente una pintura, una escultura, una instalación o un
mural que abstrae no solo las formas dentro de él, sino el espacio mismo. Para
tepeu choc, las distintas longitudes representan los recorridos que hacemos de
un punto a otro. El ir y venir constante que registramos como dibujo de nuestro
andar y estar en ese campo. La pared se convierte en el terreno recorrido.
Otras pinturas como “El Almuerzo” (2015) nos representan una escena cotidiana
abstraída en líneas y colores. Un bloque rojo para la carne roja; y un bloque
gris para la carne blanca. Al lado, la línea vertical representa la calle, en
una narrativa que de nuevo habla de nuestro andar en el paisaje vuelto gráfica.
Como mencionábamos antes, el estudio de las líneas y los colores
primarios para formar estructuras es importante para el artista. Más allá de
entablar un diálogo con movimientos y pintores modernos como Piet Mondrian, los
constructivista o la abstracción geométrica, a tepeu choc le interesan los
colores primarios por ser estos los más presentes en la naturaleza; allí radica
que él considere el verde como un color principal dentro de su producción. Su
paleta, además, está conformada solamente por seis colores. Pero en sus obras
más recientes, como “Principios de la Teoría No.1” (2016), hay nuevas
tonalidades que comienza a explorar. Hay algo importante también en el recorrido
que hace el color sobre el lienzo y la forma en el que ese cuadro blanco
quiebra toda la composición en seis partes iguales. De aquí que la exactitud de
la forma no sea un juego de niños para tpeu choc, pero sí su campo de juego.
A veces, el artista también invita a los otros a interactuar. Como en el
caso de la pieza “Rectángulo Amarillo Fragmentando” (2016), realizada
especialmente para esta exposición. Filas y columnas azules presentan la
dispersión de un rectángulo amarillo fragmentando en pequeños cuadros que,
además, pueden reconfigurarse, a manera de rompecabezas. Aun así el patrón
estará siempre disperso, siempre abstracto, siempre cambiante.
Sobre el proceso mismo de la pieza, Tepeu parte de concepciones o
primeros patrones digitales que luego interviene manualmente. “El aumento de la
línea en el espacio (sobre negro) no.4” (2013), podría ser un ejemplo de ello.
Cada color es un segmento de línea, a la vez que el cuerpo entero del lienzo es
el acercamiento de una línea negra que se ensancha. Los colores entonces
podrían bien parecernos pixeles dentro de la imagen, a su vez que un
acercamiento real así solo sería posible en un plano digital.
Desde 2008, sus investigaciones con tipografía, como “P eccentric std”
(2016), cuestionan también el diseño gráfico. Aquí la letra se vuelve un
patrón, un ícono, una forma que se traslada y se mueve dentro del lienzo. La
letra no forma palabras, forma dibujos; se constituyen como nuevas figuras
geométricas. Tepeu comenzó esta serie con retículas y módulos de la A a la Z, y
en todas, la línea es una impresión digital que luego él pinta con acrílico,
para trabajar esa misma concepción de la tecnología y la tradición; la
evolución invertida o el regresar del proceso.
Una única escultura se presenta en esta exposición. Pero Radiografía de
escultura mármol y aluminio No. 1 (2016); no se aleja de cuestionar también su
soporte. La palabra “radiografía” nos deja pensar que estamos ante el interior
de la cosa, ante el esqueleto de la estructura en el que las barras dejan de
ser simples materiales para convertirse en líneas. Los bloques sólidos, además,
están pintados; pero como el mármol es un material tan rugoso que absorbe el
color, los bloques cobran cuerpo, textura y volumen, y rompen también con la
sacralidad tradicional de la piedra que debe mantenerse pura. Estos son modelos
del artista para esculturas públicas penetrables, pero a escala funcionan
también como dibujos tridimensionales.
Palabras que podemos usar para la obra de tepeu choc: volumen, trazo,
naturaleza, geometría, soporte y espacio; y aunque cada pieza habla de sí
misma, en conjunto encontramos una misma investigación del color sólido, del
soporte como cuerpo, de la relación con los materiales y, sobre todo, del
proceso que llevan todas sus formas. Pues la decisión de lo abstracto es
también una postura política que habla sobre nosotros; y como menciona el
artista, “la línea es una representación de nuestro estar”.
Una muestra de fotografías de su obra:
Project Room - Isabel Ruiz: Algo
que viví
En los años ochenta, fue con el grabado que Isabel Ruiz comenzó sus
estudios en arte en la Universidad Popular; y después también trabajó la
pintura y el performance. Sin embargo, ella nunca ha dejado de llamarse a sí
misma dibujante, pues del grabado, lo que más le interesa es, justamente, el
primer boceto, el dibujo, ese esbozo que captura la primera emoción, la primera
idea. Cada uno de sus trabajos responde a algo que ha vivido, especialmente a
los sucesos de desgracia y dolor de su época, por lo que cada pieza es un
refugio en el que Isabel se abre, se sincera, para encontrar sanación y un
espacio de catarsis. “Toda mi obra trata sobre sacarle estética al horror”,
menciona la artista.
En obras como “Te espero” y “Se me hizo tarde”, de la serie Fluídos Urbanos,
se nos aclara mucho más esta obsesión de la artista con la gráfica y con la
realidad social del país, pues su obra por más poética y personal que se
conciba, nunca se aleja de ser crítica. Un diálogo interesante que crea
paralelos con la producción de la artista mexicana Teresa Margolles.
Estas dos obras parten de escenas de asesinatos de choferes de buses en
la Ciudad de Guatemala, que Isabel encontró en fotografías de periódicos y en
la televisión. De estas imágenes, lo que rescata es el derramamiento de sangre
que se extiende por las escenas. Ella los vio como dibujos. Estos después se
convirtieron en trazos sobre un lienzo, como abstracciones gráficas de una
escena violenta y cínica.
Lo literario es también un elemento que jamás abandona su obra, por lo
que el tríptico narra historias anónimas con frases que aluden a lo que estos
choferes pudieron haber dicho o escuchado antes de un inminente final. El
último de los cuadros es la documentación de estos dibujos colocados en
vitrinas del Centro Histórico para ser encontradas por el peatón como historias
en exhibición que no nos son ajenas en la vía pública.
Ruiz formó parte del grupo “Imaginaria” en los años ochenta, grupo de
artistas que le sirvió de casa para experimentar y formular ideas sobre el rol
del arte en relación con su contexto social. Pero para ella, su obra trasciende
lo local, y habla del dolor, la pérdida, la violencia y el horror universal. Su
trabajo es una prueba personal de que el dolor puede metaforizarse. Así,
trabajos como “Homenaje”, son sinceras referencias a su vida y su tiempo. Este
es un grabado de principios de los años ochenta, dedicado a su primo, un médico
sin fronteras desaparecido por el ejército hondureño en 1982. Su cuerpo fue
encontrado dentro de un tronco vacío, y esa historia, como muchas otras nunca
abandonó su memoria. Por eso al personaje le crecen ramas, como si “el cuerpo
fuera multiplicándose en la naturaleza”, y el perfil le saca la lengua a un
féretro cuadrado, como el mundo en el que vivimos. A la vez, el grabado es del
color del recuerdo; un sepia que ilustra el pasar del tiempo y la memoria; y
fue utilizado como portada para el libro Señores bajo los árboles (1994) de
Mario Roberto Morales, publicado por Editorial Cultura.
La conciencia crítica de Isabel también se refleja en la serie “Gráficas
de Emergencia” (1982 - 1996). Aquí la artista nos presenta personajes que
parecen bestias. Estas no son solo criaturas, sino representaciones de los
males sociales como el miedo, la codicia o los mismos personajes políticos que
aparecen como figuras de inframundo o como toros danzantes que más nos narran
historias y tradiciones locales. “Yo veo la sociedad cargada de monstruos”,
menciona la artista. Así Isabel, sin timidez, pero nunca desde el panfleto, nos
invita a la reflexión sobre una emergencia social, y para ello, parte de un
contexto que no ha cambiado en su totalidad, pero que continúa arraigado a una
identidad milenaria que usa la danza, la música y la plástica como una vía de
sanación personal que también le sirve para comunicar, registrar y denunciar su
historia. “No trabajo sin la base de algo real”, dice la artista. “Todo lo que
hago, lo trabajo porque responde a algo que viví, pero que cualquiera puede
vivir también”, así este Project Room
es un recorrido no solo por su obra, sino por su vida.
Acá les compartimos algunas fotografías del Project Room tomadas durante nuestra visita:
Si ustedes quieren visitar la exposición acá están los datos para poder asistir:
Duración de
las exposiciones:
del 6 de octubre al 12 de noviembre de 2016
Horarios: Miércoles a Viernes de 12:00 a – 17:00 horas.
Sábado de 9:00
a.m. – 17:00 horas.
(Visitas
programadas de martes a sábado desde las 10:00)
Visita
guiada:
Sábado 22 de Octubre 2016, 11:00
Pueden llamar previamente para coordinar una visita: 2238 3975
Agradecemos a Tepeu Choc, a Josseline Pinto y a José López por su amabilidad, disposición y tiempo para llevar a cabo esta visita.
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